jueves, 11 de septiembre de 2014

"El caso del corbatín sospechoso" y el "SIPA"

Estrenada en mayo de 2014, la divertida y muy reflexiva comedia "El caso del corbatín sospechoso" me ofreció, otra vez, la oportunidad de asumir control sobre una producción y, por supuesto, sufrir lo que me he visto obligado a llamar el "SIPA", que no es más que el "Síndrome del Productor Actor". Algunos colegas sufren con frecuencia de este mal cada vez que se embarcan en la arriesgada travesía de hacer teatro, y saben a qué me refiero. Pero como estas líneas-confesiones-reflexiones las lee el público que no tiene la más remota idea de todo lo que pasamos los actores que también somos productores en un mismo montaje, les puedo contar, brevemente, que uno termina con 20 libras menos, algunas indigestiones, insomnios y una que otra decepción personal o profesional por alguna promesa incumplida. En fin, nadie dijo que era fácil, pero me animo a contar que el famoso "SIPA" también nos deja la satisfacción de encontrar nuevos amigos y, sobre todo, nos sirve para



demostrar que pusimos a prueba toda nuestra capacidad, talento y energía para al final ser recompensados con los aplausos del público. Después de todo, en el teatro, como en la vida real, no hay triunfo sin sacrificio.